Sorprendentemente no he sentido la necesidad de "vomitar" un post de lo ocurrido en los últimos meses hasta ayer. Y eso que la oportunidad de reflexionar a través de anónima exhibición está siempre al alcance de los dedos, 24/365, como el 7-eleven... que por cierto no sé si tan siquiera sigue existiendo...
Supongo (supongo) que la catarsis no ha sido necesaria porque llevaba cuatro años gestando este momento. Y un buen día, llegó. Así, sin más. Esto es todo. Una despedida (casi) sin lágrimas, aunque probablemente porque no me estaba dando tanta pena como debería. Nos veremos, adiós, adiós. Un poco de nostalgia después, sí, puede ser, pero quizás porque el panorama del club selecto de los del chándal no es el sueño dorado de todo pre-parado. Una mudanza de andar por casa, el curso de inglés caído del cielo, la fluida convivencia...
Ah, la convivencia, cuestión que merece párrafo aparte, o cuando menos, un small-talk.
- ¿Qué tal?
- Bien, ya en Madrid, por fin.
- Y ¿qué haces?
- Pues nada, echar CVs (la economía del lenguaje llega también a palabras por otro lado difíciles de pronunciar como currículum).
- Ah, bueno, es que la cosa está fatal... (sí, lo sé mejor que tú, soy yo la que está en paro!)
- Ya... -ganas de cambiar de conversación- ... pero al menos estamos viviendo juntos!
- Ah! Qué bien.
Zorra [sic.]
Bueno, sigamos. Es que tenía una flemilla ahí, como atragantándome el paso del aire. Por dónde iba... ah, sí, la fluida convivencia, una vez repartidas las tareas del hogar cual pareja moderna, vista del tirón la serie de moda como si no hubiese mañana y aclarados algunos términos como que "yo-ceno-poco"... son maravillosos los besos mañaneros, las escapadas de fin de semana, la incursión en los polígonos con tiendas de muebles (sí, bueno, es que estamos "decorando") y, en definitiva, todos y cada uno de los minutos juntos (momento pastel, diabéticos insulino-dependientes, por favor retírense para el pinchacito de rigor, ya lo están necesitando...)
Así que en fin, podría decirse que todo marchaba a) según lo previsto, b) razonablemente bien en lo personal, c) miserablemente deprimible en infojobs, o d) todas son correctas. Nunca sé cómo responder estas cuestiones... Bien. Llega el bendito lunes que no parece lunes (porque no hago el rastreo de mi trabajo soñado en los buscadores, sino que vengo del pueblo fresquita y relajada) y leo en mi mail la quimera a mis pesadillas laborales. Nuevos retos, formación a mi medida, un futuro prometedor. Lo que estaba esperando. Because I worth it.
Y ayer, casi de puntillas, escucho algo que tiene que ver con todo lo que dejé atrás. Que me demuestra (otra vez) tantas cosas, que ya sabía, que a los demás sorprende que me sorprendan. Que es de ser ingrato, poco elegante, con olor a rancio. Y sin embargo, me duele.
Estupendo. Una vez que cicatrice este último rasguño (porque no es herida abierta ni nada, las de asta de toro ya las fui cerrando todas), prepárense porque esta vez he sido tocada por la varita. Me valgo por mí misma, nadie me ha regalado nada y no miraré atrás. Sigo pensando, frente a las convenciones por autoridad que, sin embargo, se mueve.