Te sorprende que te escriba, tanto tiempo es normal.
He estado liada, ya sabes, con mis cosas de siempre. Leyendo, calculando, buscando respuestas. Con poco tiempo para dormir, con algo más para soñar. Al final todo salió bien, como siempre. Alcancé el campo de estrellas no una, sino dos veces. La primera con el alma, la segunda con el ego. Parecían dos ciudades diferentes; en realidad lo fueron. Aunque quizá la diferencia significativa era yo.
No sé si todo esto me ha cambiado, y si lo ha hecho, si ha sido para mejor. Nunca pensé en medir el tiempo en meses. Experimenté esa sensación indescriptible de los que encuentran, y entendí tantas cosas.
Ojalá hubieras estado ahí para vivir conmigo todo esto. Ha pasado mucho tiempo ya, del tipo de tiempo que se mide en años. Quizás tú también hayas cambiado. Incluso puede que ya ni me recuerdes. O que tus recuerdos estén sesgados. Supongo que si hubieras querido encontrarme, lo hubieras hecho, porque sabes dónde estoy, y sabes que yo quiero que me encuentres. Ya ocurrió otras veces. Pero esta vez es diferente, tal y como amenazaste.
Hoy se mide el tiempo en minutos. Se deleita flotando entre mis pensamientos. Puedo esperar, o puedo intentarlo de nuevo a pesar del mal pronóstico. O puedo aplicar mi nuevo material y métodos, evaluar los resultados... y para cuando quiera sacar conclusiones, hoy ya será mañana.