Veo la pared, donde colgué las fotos que acumué
durante toda la vida
no reconozco a nadie sin embargo cuando pienso que eran rostros que ayer
eran toda mi vida
sé que ya no estoy y que no quiero mirar la pared
nunca más en la vida...
Hoy me viene el tufillo de los recuerdos. Dicen que el olfato es infalible en cuestión de evocar, será por eso que nunca quiero volver a casa de mi abuela por si ha dejado de oler a ella. Aunque sería algo difícil de olvidar...
Ese tufillo se cuela por las ranuras, a pesar del ambientador del Mercadona o del olor a cañerías cuando hace demasiado calor. Sólo lo combate el ozono, que aparece anunciando lluvia inminente.
Y me entristece la fragilidad de la vida, la gratuidad de lo aleatorio, todos los hilos que no sé o no puedo manejar. Hablando de mujeres. Buscando médicos por distintas razones. Palabras que son, a la vez, diagnósticos o temas de tesina. Se le ha caído el pelo, ella que era (es) tan bella, por dentro y por fuera. Y mi "ella" se introduce entre las rendijas, de manera etérea, como un fantasma que se reitera en mis sueños y me intranquiliza, incapaz de abortar del subconsciente, odiándola y necesitándola como nunca. No quiero mirar la pared, sin embargo, tampoco quito las fotos que acumulé...