14 de Febrero 2005

Mi amigo el actor

Una vez tuve un amigo que era actor. Se movía elegantemente, como un caballero del siglo XVIII, era muy dulce y creía en esa su profesión que es contar historias. A veces sus manos cobraban vida propia. Su voz iba donde él quería, podía enamorarte, retarte, hacerte reir... siempre requiriendo toda tu atención, con una sonrisa y esa mirada de quien se sabe las frases de todos los demás personajes.

Hubo un día en que quiso orquestar su propia historia, y contarla desde un librito que huele a nuevo y que siempre viajaba en el bolsillo de su chaqueta. Pero no le dejaron, porque la gente cree que los actores sólo tienen los sentimientos que recrean sus personajes.

Así que mi pequeño actor se sentó en un rincón y pensó que nunca había querido contar aquella historia. Una lagrimita cayó sobre el libro, que con tanto cariño había forrado. El libro se cerró, y él volvió a vestirse de personajes fantásticos. Pero algo en su corazón le decía que sólo tenía que encontrar a las personas que quisieran contar su historia, para poder cumplir su sueño...

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Escrito por Cris a las 14 de Febrero 2005 a las 01:11 AM
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Érase una vez un pequeño grupo de teatro caótico. En él había cabida para los tímidos, para los payasos, para los intensos... Todo el mundo era bien recibido, pero formaban un grupo tan heterogéneo que no se ponían de acuerdo en qué tipo de teatro querían representar.

Entonces llegó él, un escritor con muchas cosas que decir y ganas de que alguien creyese en ellas. El grupo pensaba que era serio y algo macabro, que su obra no era la que ellos habían pensado, que ellos querían hacer algo más alegre y desenfadado.

Pero alguien creyó en él. Alguien que confió en sus palabras, que vio un precioso castillo de una pequeña piedra, que sabía que detrás de esas líneas había un universo aún por construir.

Y poco a poco todo el grupo se fue contagiando de esa magia. Bueno, todo el grupo no; hubo bajas, pero no fueron relevantes. Y pasito a pasito esa pequeña piedra se fue convirtiendo en un gran castillo que abrió sus puertas y contagió de magia a todo aquel que quiso entrar en él.

Por eso, a tu amigo el actor le diría: no te rindas, algún día encontrarás a alguien que también creerá en ti, y en cuanto te descuides tu piedrecita se habrá convertido en toda una ciudad.

Escrito por Nashira a las 14 de Febrero 2005 a las 09:55 PM
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